Si había algo por lo cual pudiera caracterizarse la habitación de Ryo era por la gran cantidad de libros que allí había. Libros que el aún joven teniente había ido reuniendo desde incluso antes de entrar en la academia de shinigamis. Por este motivo, aunque era una habitación amplia, el espacio para caminar era bastante reducido, pues por todos lados había estanterías hasta los topes de ejemplares.
En aspectos de materiales, las paredes eran de piedra, alimentada con reiatsu para que dotaran de calor al cuarto. El suelo, de azulejos, era fácilmente limpiable ante cuanlquier derramamiento de líquidos. En la parte en la que había colocado el mobiliario (aparte de las estanterías, había una amplia ventana con un balcón, por la cual entraba luz más que suficiente como para iluminar la sala completamente. La cama era individual, pero asímismo ancha. Se podría decir que para una persona y media.
Por último, pero no menos importante, al lado del balcón había colocado su escritorio, siempre perfectamente ordenado dado el caracter perfeccionista del chico. Al lado de este, el armario ropero.